In loco, ad praeteritum tempus...
subridentes.
Tengo el
apetito de lugares fríos.
Deseo naufragar
mi pluma en un Adriano a baja temperatura.
Anhelo tenderme
en la bruñida e intempestiva imagen de la represa al fin rota.
Ambiciono mi
cuerpo desnudo sobre el glacial.
Trozo a trozo.
Cayendo…
tendiéndose ante mí.
Y apreciar
entonces el verdadero calor de un cuerpo.
¡Necesito
bullicio!
Gritos
confinados en neveras de 400 metros.
Mi afán es por
fin encontrar en una boca el beso fénix.
Digamos que en la tuya se encuentre
Adriano.
¿Estás
dispuesto a Arder mientras las paredes se agrietan in hibernum?
Dime…
¿Estás
dispuesto?
Más allá de la
turbulencia vestida en una habitación de hotel…
¿estás
dispuesto?
Te presentaré
el verdadero caos.
Seré un buen anfitrión de la fiesta.
Lo prometo.
Sólo tu, sólo
yo.
Nuestros
recuerdos, nuestros fantasmas,
todos juntos.
¡Nada!
¡Nada!
¡Nada!
No te ahogues…
¡Nada!
Permite que el
eco de las voces se pierdan en el aire.
Nada Adriano,
¡Nada!
La neblina en
nuestras bocas…. El polvo de ellos.
Concede la
bienvenida al ave de mi vida…
Digo, el ave de
mi fuente
Mi bóveda.
Sus alas me
impiden el vuelo mientras sueño,
Porque sólo
ella sabe que no hay vuelo más alto que el de mis sueños.
Vivo por mi Ave
Adriano…
Ella entiende
la alienación del laberinto..
Mi mente.
La comprende.
Aborrezco la
quietud.
Estar a solas
con mis voces…
Detesto la
serenidad de mis voces.
Los
silencios…. Ya no sé que es el silencio.
Sólo sé de
ríos… y rosas
De camas y
llaves
De puertas y
corales
De gatos y lunas
De luces quema
cortezas que me dejan al desnudo….
¡No quiero eso!
No mas…
Tengo el
apetito de lugares fríos
Deseo que el
ave vuele en nuestras bocas.
Anhelo la
paranoia en una habitación de hotel.
Ambiciono la
fiesta.
Diente a diente.
Sonríe Adriano…
el río se desborda en nuestra almohada.