domingo, 14 de octubre de 2012

El verbo ser.



Al  Emperador un 30 de Octubre del 130


Tal vez baste con un te quiero pero nace en mí decir que…
Adoro vuestra forma de mirar, digo… Vuestra forma de mirarme, de mirarme a mí
Con esos ojos preciosos con los que los dioses le bendijeron al nacer.
Soy rojo efervescente.
Soy rojo cadmio.
Soy rojo cereza.
Decidme qué rojo quiere y lo seré, se lo juro, lo seré.
Soy las rosas nacidas en el laberinto, las rosas nunca vistas, mi soledad son las espinas de las rosas, las que nunca –ah que bueno- han de matar a algún poeta, soy –eso- a lo que el hombre teme, soy la bestia, el monstruo del laberinto, soy el laberinto mismo, soy todo aquello que se anhela algún día en estación del año y ya no se recuerda, soy deseo cumplido de genio, soy palabra consumida, devorada, defecada.

Soy, somos, sois.

Sois la Ariadna reencarnada, sois hilo dorado, has llegado a mí con único fin, sois espera en la costa, sois crepúsculo, rodáis los aviones del alma que se estancan en los arboles de mi pecho.
Sois libertad, soñada mía.
Sois acreedor de besos que paralizan el tiempo, sois inefable, terriblemente inefable, vuestro cuerpo es éxtasis.
El bien conocido Awen.
Sois alegoría de belleza efímera
Vuestra alma es el abecé de lo místico.
Sois corriente dulce de fuego.

Sois, soy, somos.

Somos todo aquello que no se nombra.
Somos caballo blanco, a veces de metal.
Somos la palabra magia.
Somos la misma edad de la luna.
Somos blanco y somos negro.
Somos el árbol del mundo.
Somos el tiempo que se paraliza con nuestros besos.
Somos cartas de amor enviadas al azar.
Somos Humanos.
Somos Lobos.
Somos Metamorfos.
Somos Vampiros.
Somos Musas.
Somos Hadas.
Somos Príncipes y Reyes
Somos Princesas y Reinas
Somos lo mundano
Somos la mitología en esencia
Somos claroscuro
Somos luz
Somos,
Hasta que las estrellas caigan de los cielos y aún en la eternidad

Somos, sois, soy
Soy, somos, sois
Sois, soy, somos
¡Sssssshhhhh!

Tal vez bastaba con un te quiero.

Pandémica y Celeste - Jaime Gil de Biedma



A Tristán Tristón 

"Una noche y un día bastó para que me mostraras
el origen de todos los poemas"




                                                quam magnus numerus Libyssae arenae
                                                        ................................................................
                                                              aut quam sidera multa, cum tacet nox,
                                                                         furtiuos hominum uident amores.


                                                                                                                      Catulo, VII

Imagínate ahora que tú y yo
muy tarde ya en la noche
hablemos hombre a hombre, finalmente.
Imagínatelo,
en una de esas noches memorables
de rara comunión, con la botella
medio vacía, los ceniceros sucios,
y después de agotado el tema de la vida.
Que te voy a enseñar un corazón,
un corazón infiel,
desnudo de cintura para abajo,
hipócrita lector -mon semblable,-mon frère!

Porque no es la impaciencia del buscador de orgasmo
quien me tira del cuerpo a otros cuerpos
a ser posiblemente jóvenes:
yo persigo también el dulce amor,
el tierno amor para dormir al lado
y que alegre mi cama al despertarse,
cercano como un pájaro.
¡Si yo no puedo desnudarme nunca,
si jamás he podido entrar en unos brazos
sin sentir -aunque sea nada más que un momento-
igual deslumbramiento que a los veinte años !

Para saber de amor, para aprenderle,
haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
-con cuatrocientos cuerpos diferentes-
haber hecho el amor. Que sus misterios,
como dijo el poeta, son del alma,
pero un cuerpo es el libro en que se leen.

Y por eso me alegro de haberme revolcado
sobre la arena gruesa, los dos medio vestidos,
mientras buscaba ese tendón del hombro.
Me conmueve el recuerdo de tantas ocasiones...
Aquella carretera de montaña
y los bien empleados abrazos furtivos
y el instante indefenso, de pie, tras el frenazo,
pegados a la tapia, cegados por las luces.
O aquel atardecer cerca del río
desnudos y riéndonos, de yedra coronados.
O aquel portal en Roma -en vía del Balbuino.
Y recuerdos de caras y ciudades
apenas conocidas, de cuerpos entrevistos,
de escaleras sin luz, de camarotes,
de bares, de pasajes desiertos, de prostíbulos,
y de infinitas casetas de baños,
de fosos de un castillo.
Recuerdos de vosotras, sobre todo,
oh noches en hoteles de una noche,
definitivas noches en pensiones sórdidas,
en cuartos recién fríos,
noches que devolvéis a vuestros huéspedes
un olvidado sabor a sí mismos!
La historia en cuerpo y alma, como una imagen rota,
de la langueur goûtée à ce mal d'être deux.
Sin despreciar
-alegres como fiesta entre semana-
las experiencias de promiscuidad.

Aunque sepa que nada me valdrían
trabajos de amor disperso
si no existiese el verdadero amor.
Mi amor,
              íntegra imagen de mi vida,
sol de las noches mismas que le robo.

Su juventud, la mía,
-música de mi fondo-
sonríe aún en la imprecisa gracia
de cada cuerpo joven,
en cada encuentro anónimo,
iluminándolo. Dándole un alma.
Y no hay muslos hermosos
que no me hagan pensar en sus hermosos muslos
cuando nos conocimos, antes de ir a la cama.

Ni pasión de una noche de dormida
que pueda compararla
con la pasión que da el conocimiento,
los años de experiencia
de nuestro amor.
                          Porque en amor también
es importante el tiempo,
y dulce, de algún modo,
verificar con mano melancólica
su perceptible paso por un cuerpo
-mientras que basta un gesto familiar
en los labios,
o la ligera palpitación de un miembro,
para hacerme sentir la maravilla
de aquella gracia antigua,
fugaz como un reflejo.

Sobre su piel borrosa,
cuando pasen más años y al final estemos,
quiero aplastar los labios invocando
la imagen de su cuerpo
y de todos los cuerpos que una vez amé
aunque fuese un instante, deshechos por el tiempo.
Para pedir la fuerza de poder vivir
sin belleza, sin fuerza y sin deseo,
mientras seguimos juntos
hasta morir en paz, los dos,
como dicen que mueren los que han amado mucho.





viernes, 12 de octubre de 2012

El caos.


A Charles  Pas-Sage.


El caos es un niño bien de casa,
Educado en casa con padres excelentes
 – Aunque siempre se olvidan sus nombres-
El caos va creciendo, germinando como semillas de girasoles
Hasta alcanzar la belleza óptima,
El caos es energía de protesta
Es efervescencia de vuestros dioses
Es llamado atendido, por eso es niño bien de casa
Es el poder de vuestras mentes
                Sí queréis fuego, caminaréis en fuego
                Basta huir de sí mismos para arder,
                Arder junto aquellos un 25.
La muerte es nacimiento
La muerte es esencia y el miedo a ella es sólo ausencia
Una terrible ausencia del amor.
El caos es hilo de laberinto
Es ángel intergaláctico
Es Jaula golondrina
Es bocaza de Marte
Es Lienzo
El caos es lo vespertino de la no vida
                La explosión de vuestras almas en tiempo estático
Ah, ahora os descubrís humanos
Ahora veis que son hermanos
¡Qué buen niño de casa es el caos!
Es la semblanza a lo desconocido
-no se aprecia ni se reprocha-
Sólo está allí… cambiando, moviendo todo de sitio
Como debe ser,
como debería ser,
 como siempre deberá ser
Ah, ahora os descubrís humanos
Os descubrís semidioses en medio de la catástrofe
Vuestra humanidad es pestilencia
Os vestís de ella
La lleváis, se les nota por encima de los hombros
Entenderéis amigos míos,
Entenderéis que el caos es un niño bien de casa
No os culpéis a él, sólo vino porque fue llamado
Por vosotros
                Por mí.

El no caos, es descubrirse a sí mismos
Es reconocer que el miedo es ilusión
-Y nada más-
Es sentir los ríos por vuestros rostros
Y saber que todo estará bien
Porque hay quienes –como yo- prefieren nadar en los mares absolutos del ser
Allí está, ser, ser… Que siempre sea ser y olvidados del no, olviden de una vez el no.
El caos es niño creciendo
El caos es adulto
Hoy es adulto.

sábado, 6 de octubre de 2012

Los volcanes que nunca explotan.




On a tous un volcan que jamais va exploser, à peinde, dans mon planète on peux marcher.... c'est pour ça je prefère le vol et la rose, ah... ma belle rose je ramène avec moi. découvre son habitat ue ça etait pas son planète, ça etait moi même.


La piel, esta que habito es curadora de hombres.
Conozco las tácticas para la seducción;  es la mejor revolución que existe.
-Seducir-
                Ahora, seducirte a vos es mi destino.
Se hace andando, y paso a paso voy a escribirme en su piel.
Si, si, si… ya sé que sos un corazón coraza.
                ¿Pero acaso vos no lo ves? 
¡Corazón al fin!
                Corazón soñado, Adriano.

¿Ves los ojos? Estos, los míos.
Están centrados en vos,
En saber como sos aunque no estés.
Sos la invención perfecta para el más cuerdo.
Adriano, mi noche robada,  aquí en lo actual… como siempre.
                Donde se ven las historias de los hombres
                               En las que podré jugar suave, errante y huésped; como antes.

Hay tanta gravedad en nuestros planetas,
Que las máquinas del tiempo caen de los cielos
Y caen duro, caen sobre mí, caen sobre vos.
Se usan principalmente para cazar fantasmas.
Si, si, si… Ya lo sé. Las usé en su debido tiempo para ello
-ah, mi errante corazón-
Más hoy, prefiero cazarte a vos.

¿Lo entiendes?
Por encima de la razón.
¿Lo entiendes, corazón coraza?

He sido bestia, domada e indomable
Amada, egoísta, déspota, vencedora y vencida.
He conocido los secretos del hombre
                Y los he callado.

Mi alma ha sido devorada, y he devorado muchísimas
He entregado el pecho un abecé de veces.
Y aquí está nuevamente queriéndose entregar, a vos, corazón coraza.

Acéptalo, o no.
Pero sé mi bienaventurado Adriano;
A fin de cuentas mi boca granada seguirá buscando la tuya, alienígena.  
Distante, única dentro de las únicas.
-Como aquella, la de Roma –
El viejito dentro del cuerpo de un jovencito que te sedujo.
-he aquí donde la dualidad se hace presente-
Ante vos, mi Adriano, mi actual.
                ¿Laberinto?
                               ¿Qué laberinto, soñado mío?

miércoles, 3 de octubre de 2012

La metamorfosis de Asterión.



El tiempo se ha escurrido de mis manos.
No recuerdo la última vez que cedí ante mis deseos de locura.
Bueno, miento.
Tiendo a exagerar en cuanto al romance en esta vida designada,
                Esta vida cárcel que nunca merecí
Y pese a ello aquí me encuentro.

Tengo la espantosa cualidad de atribuirle más adjetivos a las cosas,
                Al arte,
A la vida
                A las rosas.

Recreo imágenes de los hombres y los amo por ello.
¡Qué sería de mi vida –esta, la cárcel-
Sin la búsqueda malograda del irracional espejismo!

Ah, cuanto amor siente el Dios por su creación.
Crear, mi juego favorito…
                Crear me libera, no tanto, pero me libra un poco de esta vida.
Aunque muero en cada creación.
Soy un Dios, debo de morir para que a otros adoren.

Vivir y morir.
                Ah, cuanto se adoran los ciclos.
Amar lo que se tiene y lo que no,
-Eso-
Precisamente eso, lo que no se tiene.
Oh, bienaventurado sea el hombre que nunca será mío.

Se ve turbia la esperanza en medio del laberinto.
Esta espera por mi redentor es terrible, hermosa pero terrible.
Las doncellas están cansadas de tanto vals; y mis hombres,
Oh… mis desafortunados, ya le huyen a mi boca.
Al recuerdo de mi boca.


¿Soy acaso un recuerdo?
¿Una paradoja en un tiempo previsto dibujado por otro?
¿Por quién?
                                                                              ¿Dónde estás Adriano?
¿Dónde?