miércoles, 3 de octubre de 2012

La metamorfosis de Asterión.



El tiempo se ha escurrido de mis manos.
No recuerdo la última vez que cedí ante mis deseos de locura.
Bueno, miento.
Tiendo a exagerar en cuanto al romance en esta vida designada,
                Esta vida cárcel que nunca merecí
Y pese a ello aquí me encuentro.

Tengo la espantosa cualidad de atribuirle más adjetivos a las cosas,
                Al arte,
A la vida
                A las rosas.

Recreo imágenes de los hombres y los amo por ello.
¡Qué sería de mi vida –esta, la cárcel-
Sin la búsqueda malograda del irracional espejismo!

Ah, cuanto amor siente el Dios por su creación.
Crear, mi juego favorito…
                Crear me libera, no tanto, pero me libra un poco de esta vida.
Aunque muero en cada creación.
Soy un Dios, debo de morir para que a otros adoren.

Vivir y morir.
                Ah, cuanto se adoran los ciclos.
Amar lo que se tiene y lo que no,
-Eso-
Precisamente eso, lo que no se tiene.
Oh, bienaventurado sea el hombre que nunca será mío.

Se ve turbia la esperanza en medio del laberinto.
Esta espera por mi redentor es terrible, hermosa pero terrible.
Las doncellas están cansadas de tanto vals; y mis hombres,
Oh… mis desafortunados, ya le huyen a mi boca.
Al recuerdo de mi boca.


¿Soy acaso un recuerdo?
¿Una paradoja en un tiempo previsto dibujado por otro?
¿Por quién?
                                                                              ¿Dónde estás Adriano?
¿Dónde?

1 comentario:

José Darío dijo...

"...búsqueda malograda del irracional espejismo..." y "...mis desafortunados, ya le huyen a mi boca. Al recuerdo de mi boca." son sin duda de las mejores partes de la entrada.
Ya te tengo pillado con tu juegos dualistas, me siento como un niño saltando de la fantasia a la realidad y viceversa, eso le da cierto sabor y ritmo lúdico al escrito.
Me reconfortó bastante, especialmente la última parte, irónicamente...