Vos callas,
yo callo, y el mundo entero habla.
Cómo se
supone que deba escuchar
Sí vuestro silencio ensordece mucho más que el timbre de un manicomio .
Los niños
lloran, a lo lejos,
Y yo escucho como si ellos gritaran mi nombre,
Y yo me hago
el sordo; solo quiero escuchar vuestro silencio,
Que me agobia, que lo adoro, que lo odio,
típicas frases de Arjona.
Frases tan
rebuscadas que nacen por sí solas dentro
de la mente,
Sin
necesidad de cesárea alguna: el feto nace,
Cual ser con
deseos de vida,
Y aquí estoy yo,
El especialista en medicina,
Con título
de 11 años que me autoriza para robarle la vida al feto,
¿Pero, qué
feto? Sí aquí no hay nada,
¿Al embrión?, ¿pero, qué embrión? Si aquí no
hay nada.
Al semen,
¡eso! Al semen,
Al semen impregnado en las sábanas,
En la almohada,
En el
cuerpo,
En la boca,
esta que se calla,
Esta que
enmudece sólo para dar paso a vuestro silencio,
Mientras los
oídos sangran por tanto ruido,
Tanto ruido que no viene de vuestra boca,
Y allí me
sitúo yo, en Marte, en vuestra boca,
Dándome duro con vuestra lengua que me golpea,
Que me lastima, esta lengua que me dice que no
hay feto,
Ni embrión,
Ni semen,
Esta lengua que me dice que sólo es parte de
mi locura, de mi inmadurez:
el silencio, el timbre, los niños, los gritos...
Aquí estoy yo, y solo yo;
Y así será, mientras perdure vuestro silencio.