viernes, 16 de marzo de 2012

Parto.




Vos callas, yo callo, y el mundo entero habla.
Cómo se supone que deba escuchar
Sí vuestro silencio ensordece mucho más que el timbre de un manicomio .

Los niños lloran, a lo lejos,
 Y yo escucho como si ellos gritaran mi nombre,
Y yo me hago el sordo; solo quiero escuchar vuestro silencio,
 Que me agobia, que lo adoro, que lo odio, típicas frases de Arjona.

Frases tan rebuscadas que nacen  por sí solas dentro de la mente,
Sin necesidad de cesárea alguna: el feto nace,
Cual ser con deseos de vida,
 Y aquí estoy yo,
 El especialista en medicina,
Con título de 11 años que me autoriza para robarle la vida al feto,
¿Pero, qué feto? Sí aquí no hay nada,
 ¿Al embrión?, ¿pero, qué embrión? Si aquí no hay nada.

Al semen, ¡eso! Al semen,
 Al semen impregnado en las sábanas,
 En la almohada,
En el cuerpo,
En la boca, esta que se calla,
Esta que enmudece sólo para dar paso a vuestro silencio,
Mientras los oídos sangran por tanto ruido,
 Tanto ruido que no viene de vuestra boca,
Y allí me sitúo yo, en Marte, en vuestra boca,
 Dándome duro con vuestra lengua que me golpea,
 Que me lastima, esta lengua que me dice que no hay feto,
 Ni embrión,
 Ni semen,
 Esta lengua que me dice que sólo es parte de mi locura, de mi inmadurez: 
el silencio, el timbre, los niños, los gritos...

 Aquí estoy yo, y solo yo;
 Y así será, mientras perdure vuestro silencio.

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