lunes, 2 de abril de 2012

Vivir.




¿Por qué vivir en la luna, si es posible vivir en marte?
¿Cuál es la necesidad de oxígeno, cuando se puede vivir de alientos afrodisiacos?

¡Vivir!, esa es la única verdad hasta ahora.
No la luna, ni marte, ni los alientos afrodisiacos, vivir, girar constantemente en las montañas rusas de la vida.

Pobre de aquel que decida frenar aquellas montañas para quedarse situado en sólo una curva, o en sólo una recta, o en cualquier figura geométrica que esta posea.

Pobre de aquel como yo, que intente frenar de golpe, por miedo, sin pensar en la fuerza de gravedad o en algo tan básico como la velocidad a la que se desplace el vagón.
Pero bien, ¿qué vagón?
Sí en esta montaña rusa sólo hay rieles, y no hay ciclos. Por lo menos hasta ahora no he presenciado alguno, nada semejante, cada curva, cada recta, cada figura geométrica son diferentes, me llenan de excitación, el pensar en un solo punto de partida sin bien conocer el destino es lo que provoca mis gritos en los descensos.
Saber que rodearé a la luna con mis cabellos, y que abrazaré a marte nuevamente con mi boca y que finalmente probaré una y otra vez tu aliento afrodisiaco, es lo que evita bajarme de esta montaña rusa, es lo que evita hacer caso al miedo, a la nostalgia por los sube y baja, saber que te tengo y no te tengo me hace querer vivir, y esa es la única verdad hasta ahora.

¡Vivir!

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